28.8.07

Cuando volver es peor de lo esperado

¿Sabéis qué es lo malo de volver de vacaciones y empezar de nuevo a trabajar? Algunos diréis que la reentrée, otros eso de madrugar, incluso algunos diréis que aguantar al pesado del compañero o del jefe. Pero, no. Estáis todos equivocados. Lo peor de volver de vacaciones es hacerlo enfermo. Ir tirando hasta que al final no te queda otra que estarte en cama 10 días atiborrándote de antibióticos. Esa si es una manera de olvidarte rápido de lo bien que lo pasaste o las cosas que viste.

Aunque bueno, algo recuerdo de las tan lejanas vacaciones. Empecemos con el relato.

Llegamos a Liverpool a eso del mediodía y poco tardamos en darnos cuenta cuál era el país que habíamos escogido para las vacaciones: el paraíso de la lluvia.



Nos tuvimos que recorrer la pista a pie, todos en fila india, y pegaditos a una barandilla con la intención de mojarnos poco, ¡ilusos!, si no hay techo no hay con que guarecerse. Pero, sobretodo, para no acabar arrollados por algún avión despistado. Ya sé que íbamos con una compañía de bajo coste pero, chicos, un bus hasta la entrada de la terminal se agradece. Eso de ir campando por las pistas como que no mola mucho.

Después de recoger las maletas, nos paseamos por la terminal en busca de un bus que nos llevara a Manchester. Nos zambullimos en el hermoso mundo de la práctica de idiomas y nos fuimos donde nos indicaron. “Allí, donde el chico con el paraguas”. Con lo que llovía ni la parada se veía. Una vez en Manchester, nueva dosis de inmersión lingüística para hacernos con unos billetes de autocar para Leeds. Y yo me pregunto, ¿por qué en las taquillas ponen un cristal a prueba de bombas nucleares que ni Jack Bauer sería capaz de reventar si la intención es mantener una conversación con la persona que hay al otro lado? y además ¿por qué un bonito altavoz a la altura de tu oído te va cantando las salidas cual Massiel en Eurovisión y no lo que la persona del otro lado te dice? Algún día tendré que hacer una entrada con algunos porqués que me asaltan cada día.

A eso de las 19hrs llegamos a Leeds, cogimos un taxi y para el B&B que nos fuimos. Cuando llegamos volvía a llover a mares por lo que again and again nos quedamos caladitas. Aunque, bueno, daba igual, por fin podíamos decir eso de Home, sweet home.



Pues no. El Sr. de la casa nos recibió muy english style pero con un but. La habitación que nos había preparado no estaba lista por un problema con los muebles y la pintura. Nos dijo que esa noche nos repartiría por otras habitaciones. A todo esto, no os he dicho que éramos 5. Total que nos tocó subir las maletas tres pisos. Y diréis, ¡no es para tanto! Pues sí que lo es. ¿Habéis estado alguna vez en una casa inglesa de esas con escaleras no aptas para subir con maletas? Sí, sí, esas escaleras en las que acabas familiarizándote con las paredes porque el roce hace el cariño.

Una vez instaladas nos fuimos a buscar algún sitio para cenar. Acabamos en una convenience store de esas que están abiertas 24 horas, más que nada porque no pueden abrir 25, comprando algo de pan, queso y fruta. Cenamos y nos fuimos a dormir que nos esperaban 15 días muy intensos.