20.8.08

Ni que fuera Blair Waldorf

Lo habíamos dejado en el aeropuerto de Estambul, dando vueltas arriba y abajo con el objetivo de cubrir las 4 horas que teníamos que invertir sí o sí allí. Si a alguien le interesa le puedo hacer un plano con todas las tiendas, bares y demás que podéis encontrar, baños incluídos, xD.

Cuando anunciaron el vuelo con destino Bangkok nos fuimos para el control de pasaportes, esta vez las niñas Burberry no estaban (ohhh, qué pena) por lo que al parecer nadie nos acusó de colarnos. Y mientras esperábamos, el Frenadol de rigor. Si ya lo sé que para el mareo hay algo que se llama Biodramina pero a mí no me hace nada. El Frenadol como mínimo me atonta; bueno, vale, o eso creo xD.

Después de tropecientas horas de vuelo, no sé, no preguntéis, muchas, llegamos a Bangkok al mediodía del día 9. Fuimos a recoger las maletas y a buscar un taxi que nos llevara al hotel. Habíamos leído en la guía que tuvieramos cuidado y que sobretodo cogieramos un taxi con taxímetro (taxi metter). Total que ya nos veis locas perdidas buscando algún cartel que tuviera pinta de "oficial". En serio, al final te vuelves medio paranoico pensando que todo el mundo te está estafando; una pena, la verdad.

La parada de taxis me pareció muy curiosa, la verdad. Un montón de tailandeses sentados en una mesa plegable de pícnic repartiendo papelitos. Tú les dices a donde vas en inglés y ellos lo apuntan en thai. Ese papel se lo entregas al taxista y listo. Cuando llegas estás tan cansada que te da todo un poco igual. De ahí que ya te parezca bien que te lo den todo hecho. Aunque claro, ese fue el principio de otra situación que también me ha sorprendido: la facilidad con la que me he subido a taxis, furgonetas y demás vehículos sin saber si realmente me iban a llevar a donde les decía o casa de su prima que vende plata chunga a buen precio.

Después de unos 45 minutos llegamos al hotel, al Hilton, chicos. Una habitación de 67m², con unas vistas alucinantes del río, dos estancias, la habitación y la sala de estar, sofá, dos teles planas, dos baños, vestidor, bueno, un lujazo. La familia Hilton sí que saben xD.

Por fuera tenía esta pinta:




Y por dentro ésta:


Ahora, señores preparen el redoble de tambores...

Sala de estar / oficina:


Dormitorio:



Ya os he comentado antes que estábamos reventadas por lo que nos sentamos en el sofá un buen rato y cuando fue más o menos tardecito nos fuimos a dar una vuelta por el barrio chino. Fue lo que se dice un primer contacto con una ciudad que por una cosa o por otra no te deja indiferente aunque seguro que todos coincidimos en calificarla de bastante fea.

Primero tuvimos que coger un barquito que ponía el hotel para cruzar el río. La intención era coger un taxi en el otro lado para que nos llevara hasta el barrio chino pero al final nos pusimos a andar y ya empezamos a sorprendernos. ¿Cómo podía ser que justo al lado de hoteles de lujo como el Hilton o el Sheraton nos encontráramos con un barrio lleno de chatarrerías? Ya os digo que Tailandia en general está llena de contrastes.

Del barrio chino poco que destacar, la verdad. Luces de neón, tenderetes por todos lados y mucho tráfico.



Cansadas de dar vueltas, decidimos coger algo de cena e irnos a la habitación del hotel a sentarnos de nuevo en el sofá y consumir tele a tope. Otra sorpresa fue cómo nos vendieron la cena. ¡En bolsas de plástico! Eran bastante pequeñas por lo que para el arroz te ponían una, para el pollo con salsa de vete tú a saber qué otra y para una especie de tortita-tortilla otra. Y la señora más lista que el hambre, para hacernos entender cuánto le debíamos nos enseñó los billetes. Eso es otra cosa que pillas enseguida, es un país en el que te lo ponen todo fácil.

Después de intentar comerme lo que acabámos de comprar; joder cómo picaba; y tragarnos dos telenovelas que daban en TVE internacional nos fuimos a dormir. Al día siguiente nos tocaba patearnos la ciudad.

No hay comentarios: